miércoles, 5 de diciembre de 2012

La Religión y La Felicidad  (Cristianismo) 1ª Parte

 
                                    Imágenes extraídas de Google

   Las Religiones siempre fueron el gran enigma de una buena parte de la sociedad mundial (Incluído yo mismo). Las he discutido con un sinnúmero de personas religiosas, ateas y agnósticas. Y aún continúa siendo, para mí, un enigma.
  Pesquisé en lo que considero (a mi alcance inmediato), la mejor fuente de respuestas a las intrigas de la humanidad, hasta hoy: Google. De allí extraje el trabajo más imparcial y profesional que  entre muchos,  encontré, el del Psicólogo Saúl Sanchez López, un profesional interesado en la Psicososiología de la Religión.
  Presento aquí una copia de uno de sus trabajos más emblemáticos:

La conversión religiosa: Una aproximación desde la Psicología

-Saúl Sánchez López-
La religiosidad y su significado
De forma general es posible entender a la religión como el conjunto de creencias, dogmas y sentimientos acerca de la divinidad, que dan forma a una serie de normas morales para la vida personal y social y a un conjunto de prácticas.
Sin embargo los psicólogos de la religión la han definido como la búsqueda de significado encaminado hacia lo sagrado. Un significado es aquello que le da un sentido a la vida. Se trata de una búsqueda pues la persona se ‘lanza’ a la aventura de elegir un camino de entre muchos para alcanzar éste significado. Lo sagrado se refiere a lo que es concebido como ‘lo supremo’: Dios, la divinidad, lo trascendente.
La formación que un ser humano recibe y hace suya, posteriormente constituye su sistema de valores. La formación religiosa contribuye al proceso de identidad y da un sentido a la vida; la religión y las convicciones religiosas constituyen uno de los elementos fundamentales de la persona, son expresión de la libertad y por tanto siempre merecen ser respetadas.
La forma en cómo se vive la propia religión es lo que se conoce como religiosidad.
La religiosidad puede ser de dos tipos: Pasiva y Activa
La religiosidad pasiva es en la que la persona se identifica en uno o varios aspectos con una religión o fe, pero desempeña un doble rol: por un lado la persona cumple con las costumbres (actos de fe, ritos. etc.), sin embargo su orientación religiosa no trasciende en su vida, personal ni social (conductas, estilo de vida, etc.)
La religiosidad activa es aquella donde la persona construye una nueva concepción del mundo y un nuevo estilo de vida a partir de su fe. Este sujeto conoce lo que de acuerdo a su religión es bueno y malo, por lo que vive una moralidad -sus valores constituyen su vida, vive en razón de sus valores-.
La conversión religiosa[1]
La conversión religiosa es el proceso por el cual se asume una perspectiva teológica nueva, o bien esta perspectiva teológica se reestructura adquiriendo una nueva forma. Evidentemente incluye un cambio de afiliación religiosa.
Significa que las ideas religiosas que antes eran poco relevantes en la vida del sujeto ahora pasan a primer plano.
La conversión religiosa puede resultar de un proceso prolongado, complejo, que incluye dudas, reflexiones e inquietudes; o bien puede ser un cambio súbito donde el ‘yo’ es transformado radicalmente.
La conversión religiosa puede ser de varios tipos:
Intelectual . La persona a través de la reflexión desarrolla una nueva concepción de lo divino y una nueva forma de relacionarse con esta deidad.
Mística. La persona tiene visiones, escucha voces o tiene una revelación que cambia su vida.
Experimental. La persona explora diferentes agrupaciones religiosas hasta que una la convence.
Afectiva. La persona se integra a un grupo religioso porque satisface sus necesidades de afecto.
Coercitiva. La persona cambia de religión por presión social.
Factores que predisponen a la conversión religiosa
Existen diversos factores y situaciones que facilitan el que una persona decida cambiar su fe, si bien es cierto que muchas conversiones tienen motivos diferentes de los que continuación se presentan, comúnmente las motivaciones se ven reforzadas o acompañadas por estos factores; son varios de estos y no uno sólo los que confluyen para propiciar el cambio de religión.
Necesidades personales.
Es muy común que la mayoría de las personas procuren la religión para atender sus necesidades personales y subjetivas; la relación establecida con Dios -divinidad, etc. – puede funcionar como un suplemento de la relación con los demás, el amor de un Dios padre por ejemplo es capaz no solo de suplir sino de rebasar el de un hombre (padre o madre); Dios desarrolla a menudo un papel de comodín en nuestra lista de carencias. Aquellas situaciones donde “fracasamos” se redirigen a una nueva meta: Dios, a quien concebimos de acuerdo a nuestros deseos.[2] Cuando una persona se convierte, este acto obedece entre otras cosas a necesidades emocionales que la nueva fe por una u otra razón ayuda a satisfacer.
Necesidades sociales. Cuando una persona ‘se encuentra’ con un grupo que no lo juzga, sino lo acepta a pesar de sus defectos, de su pasado, de su estilo de vida y de sus errores, es muy satisfactorio. Si se descubre un grupo donde se convive en armonía, donde se recibe cariño, un cariño que talvez hasta ése momento no se conocía, que quizá faltó en la familia, entonces difícilmente se desea alejarse del grupo. Cuando esas personas poco a poco se han ganado nuestra confianza y nuestro cariño se forma un nexo difícil de romper; la persona desea más y más esos sentimientos: sentirse amada, respetada, incluida…de esta forma la persona puede encaminarse a una conversión gradual donde el grupo -y no la fe en sí- satisface las necesidades de la persona.
Necesidades de sentido. Las personas a menudo pueden tener una vida que poco les satisface, monótona y en su opinión sin sentido, sin dirección. No se encuentra respuesta a los paraqués de la vida, falta un propósito y una motivación. La conversión religiosa puede bien, dar por primera vez un sentido -y el sentimiento de un sentido-, o bien reconstruir el sentido de vida de la persona. Dios, ayudar al prójimo, etc., la fe conduce a al persona hacia una meta suprema. “Convertirse entonces significa, apropiarse de un nuevo sentido de vida, y es precisamente la identidad religiosa la que le sirve al sujeto para encontrar ese nuevo sentido de vida”
Necesidad de un cambio en el estilo de vida. Vivir la pobreza, la tensión y el desgaste de un clima familiar nada agradable, la carencia afectiva, la enfermedad de un ser querido, el desempleo, son situaciones que pueden deprimir y/o estresar a la persona, hacerla desgraciada. Una nueva religión conlleva a menudo nuevas costumbres, una nueva forma de organizar el tiempo, de ver la vida, implica conocer a nuevas personas y desarrollar nuevas actividades lo que trae consigo nuevas satisfacciones; esto aunado a un nuevo sentido de vida, crea un círculo virtuoso de satisfacciones, motivación y felicidad, que puede hacer maravillas por la persona, que logra entonces salir de aquél ambiente que le hacía infeliz.
Necesidad de seguridad y afecto. El sentimiento de aproximación a Dios produce un efecto tipo elixir; el sujeto puede sentirse invulnerable a las calamidades, puede sentir que tiene un destino, que es un sujeto único y especial así como única y especial es su relación privada con Dios, que nunca está sólo, que nunca está desamparado, que todo en su vida sucede por una razón, que no importando las desgracias al final todos los problemas en su vida se resolverán (“Dios proveerá”), que Dios lo ama y acepta a pesar de todo. Los sentimientos de debilidad, depresión, soledad, desgracia, se aminoran o incluso desaparecen. La persona al encontrar una fe nueva o una nueva forma de vivir su fe goza de estas experiencias revitalizantes.
Necesidad de una nueva identidad. Muchas veces estamos a disgusto con nosotros mismos, no nos aceptamos, no nos amamos, no creemos servir para nada ni que nuestra vida tenga un sentido o trascendencia. La forma en que nos auto-percibimos (autoconcepto) y nos auto-valoramos (autoestima) es lo que constituye nuestra identidad, cuando se opta por cambiar de religión y esta nueva religión es vivida de forma activa -con intensidad- entonces también se transforma la identidad. Ya no nos percibimos como desamparados, nuestra vida vida tiene un sentido, nos sentimos trascendentes y con una misión, nos sentimos únicos y especiales, sentimos que vale la pena vivir; no sólo sentimos que somos otro, realmente nos convertimos en otro.
    Hasta aquí, la primera parte de este interesante trabajo.
                                                                 *  

                  
    Personalmente, y después de haber leído y escuchado que las personas religiosas, son, o no, más felices que las no-religiosas, considero un simplismo asociar felicidad con religión, y viceversa.
   Me parece todo lo contrario, si bien estos dogmas atraen a los infelices, con la promesa de la felicidad plena, no hemos visto muchas caras felices en forma constante, entre sus feligreses. De momento que no es constante, se trata de la misma felicidad que experimentan los que no creen en religiones.  Partiendo de la lógica de que la felicidad, no es más que la ausencia de la infelicidad, nos damos cuenta que tales promesas, hacen ver que ésta está compuesta escenciamente de alegría; diversión; armonía con el resto de las especies animales; la no necesidad de dinero y empleos; etc. O sea, todo lo que deseamos en nuestro día a día, y que sabemos, no pasa de un sueño, un deseo provocado por la rutina obligatoria de ese día a día.    
   Otra explicación que se ha divulgado, es que las personas procuran en las religiones, una libertad espiritual, una orientación que les indique el camino hacia el paraíso, o la inmortalidad.
   También, y a título personal, opino que las religiones cohartan libertades individuales y sociales (están repletas de prohibiciones y obligaciones).
   Tal vez las religiones, sean necesarias ( como reguladoras de conductas sociales). Si fuera así, quiénes las predican deberían dar ejemplos, en vivo y en directo, de las buenas conductas sociales, ejemplificando y predicando la práctica de valores morales tan elementales como la humildad; la no acumulación de bienes materiales; la sinceridad; la empatía y la solidaridad  sin fines lucrativos. Voy a citar una anécdota que me sucedió, no hace mucho tiempo, a modo de ejemplo:
   Uno de mis clientes, es Pastor de la Iglesia Batista de la ciudad donde vivo. En una ocasión, comenzamos a hablar de Religión, principalmente lo referido al Nuevo Testamento de la Sagrada Biblia.
   Anteriormente - años antes -  por pura curiosidad, entré a dicha Iglesia en pleno horario de culto  y observé con detenimiento, lo que allí se pasaba. Gracias a esta curiosidad, pude preguntarle a mi cliente: ¿Si lo que Ud. predica es la palabra de Jesús de Nazaret, por qué razón no lo hace dando el ejemplo de Su perfil de predicador?  A lo que - obviamente- él me preguntó: ¿A qué se refere "Valter"?
   "Cuando visité su Iglesia, Ud. estaba predicando el Nuevo Testamento - respondí- y a pesar de la acústica del templo, vi parlantes y un amplificador; más aún, lo ví gritando las prédicas, micrófono en mano. ¿Jesús no predicaba calmamente, sin levantar la voz; no vestía las mismas  vestes que sus seguidores; no usaba el mismo calzado? ¿Por qué entonces, Ud. parecía un gerente de Banco, mientras daba a conocer la palabra del Cristo?

   El jueves 6/12/2012, será publicada la 2ª y última parte de: LaReligión...http://unisudamericana.blogspot.com/2012/12/la-religion-y-la-felicidad.html


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  Walter E. Carena
  Twitter: @wcarena
                       

3 comentarios:

  1. Es evidente que las religiones no son sinónimos de felicidad. Es como tu dices, sirven como reguladores de conductas, o inconductas morales y sociales. Son un mal necesario: Mal, porque venden y prometen ilusiones; y necesario, porque suelen calmar a las fieras, y hacerlas menos fieras.
    Muy buen blog.
    saludos.

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  2. Si a la gente que no tuvo la oportunidad de prepararse les dices que hay vida eterna, que hay calles de oro, que hay paraíso donde se puede acariciar a un cocodrilo sin que te coma, etc. Esto es una droga para para estas personas, especialmente para los pobres y gente que ha perdido su dignidad intelectual.
    en fin las religiones seguirán existiendo y son necesarias así como los prostíbulos y los centros donde venden alcohol.

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    Respuestas
    1. La razón te asiste. Es un tanto hilarante tu comentario, pero absolutamente coherente.
      Gracias por comentar.
      Saludos!

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