sábado, 2 de marzo de 2013

Socialismo del siglo XXI, no es Comunismo...
ni Stalinismo, ni Leninismo...es Revolución!
 

        
Heinz Dieterich Steffan

  Los devotos del Capitalismo Neo-liberal, se  refieren al Socialismo, cualquiera que sea su modalidad, de comunismo y de todos los ismos asociados a éste, con cierto y proposital grado de negativismo. Y todo ese negativismo, fue inducido por políticos y medios de comunicación masivos eeuunidenses, o sus seguidores en todo el mundo. 
A continuación, dejo una copia de Wikipedia, donde encontré la explicación más acertada de este concepto nada nuevo:
  
Socialismo del siglo XXI
 
El socialismo del siglo XXI es un concepto que aparece en la escena mundial en 1996, a través de Heinz Dieterich Steffan.1 El término adquirió difusión mundial desde que fue mencionado en un discurso por el Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, el 30 de enero de 2005, desde el V Foro Social Mundial.
El modelo de Estado socialista del socialismo del siglo XXI es un socialismo revolucionario que bebe directamente de la filosofía y la economía marxista, y que se sustenta en cuatro ejes: el desarrollismo democrático regional, la economía de equivalencias, la democracia participativa y protagónica y las organizaciones de base. Dieterich, en su obra Socialismo del Siglo XXI se funda en la visión de Karl Marx sobre la dinámica social y la lucha de clases. Dieterich profundiza la teoría marxista y la actualiza en el mundo de hoy, incorporando los avances del conocimiento, las experiencias de los intentos socialistas, develando sus limitaciones, entregando propuestas concretas tanto en la economía política como en la participación democrática de la ciudadanía para construir una sociedad libre de explotación. Resumiendo, el socialismo del siglo XXI supone que es necesario un reforzamiento radical del poder estatal democráticamente controlado por la sociedad para avanzar el desarrollo.
En el marco de la Revolución Bolivariana, Chávez ha señalado que para llegar a este socialismo habrá una etapa de transición que denomina como Democracia Revolucionaria. Hugo Chávez expresó “Hemos asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia el socialismo y contribuir a la senda del socialismo, un socialismo del siglo XXI que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad” en un discurso a mediados de 2006. Además, este socialismo no está predefinido. Más bien, dijo Chávez “debemos transformar el modo de capital y avanzar hacia un nuevo socialismo que se debe construir cada día”.2
En un Aló Presidente en el 2003, Hugo Chávez también presentó la propuesta de Giulio Santosuosso para el Socialismo del Siglo XXI, Socialismo en un paradigma liberal,3 en el cual el autor opina que en el mundo está en curso una extensa realineación ideológica, consecuencia del cambio de paradigma en curso en la economía; el viejo modelo ha muerto, pero todavía no han aparecido los nuevos criterios que permitirán la realineación conceptual.
Para contribuir a la búsqueda de dichos criterios, propone releer la historia de la economía política, porque en su opinión algunos de ellos no logran hacerse manifiestos por confusiones conceptuales en esa disciplina: la primera, ocurrida a lo largo de los doscientos últimos años, identificó al capitalismo con el liberalismo; la segunda, ocurrida en este siglo, identificó al socialismo con el estatismo. Su tesis es que el camino más expedito para alcanzar la sociedad más justa a la que todos anhelamos, se consigue con una alianza entre el socialismo y el liberalismo, una vez que el socialismo haya dejado a un lado al estatismo y el liberalismo haya dejado a un lado al capitalismo.

Hugo Chávez y El Socialismo del Siglo XXI

Actualmente el gobierno de Hugo Chávez, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, plantea estar avanzando hacia el Socialismo del Siglo XXI". Efectivamente se ha avanzado en el eje del desarrollismo democrático nacional y regional, pero aún falta dar el paso a la implementación efectiva de los otros ejes, instituciones pilares del Socialismo del Siglo XXI. El mandatario Rafael Correa, presidente de la República de Ecuador, y movimientos sociales ecuatorianos ya han manifestado su entendimiento y voluntad de generar e implementar un proceso que conduzca a Ecuador hacia la institucionalidad del Socialismo del Siglo XXI.
A comienzos de 2007, el presidente venezolano mostraba sus referencias teóricas, frente a la cúspide eclesiástica de su país expresó «Les recomiendo a los obispos que lean a Marx, a Lenin, que vayan a buscar la Biblia para que vean el Socialismo en sus líneas, en el viejo y nuevo testamento, en el sermón de la montaña.».5 En el mismo acto, Chávez afirmó compartir ideas trotskistas, como la revolución permanente.6
Chávez ha afirmado que el Socialismo del Siglo XXI acepta la propiedad privada7 (a diferencia de la postura marxista-leninista.8 9 ) y debe nutrirse de las corrientes mas auténticas del Cristianismo, dentro de una democracia participativa y protagónica y debe conjugar igualdad con libertad.

Críticas

El proyecto de Economía de valores no está profusamente detallado en el Socialismo del Siglo XXI, ni considera el grado de complejidad de determinados trabajos que exigen especializaciones científicas, y cuyo tiempo de trabajo no puede ser valorado de la misma manera que los trabajos no especializados. Tampoco considera el valor físico de la producción energética sobre el consumo energético de un determinado trabajo, conocido como tasa de retorno energético (TRE), algo fundamental para el desarrollo social, tecnológico y humano de una sociedad. Aunque los partidarios manifiestan que "el único problema que tiene es la definición del número de insumos que entran en el cálculo. Esto es un problema metrológico, es decir, de consenso y estandarización, que aparece en casi todas las mediciones científicas"
La gran mayoría de las críticas al Socialismo del Siglo XXI provienen de sectores de derecha, que acusan al movimiento de defender ideas "caducas" y "perimidas".,15 si bien también hay sectores de la izquierda, que lo consideran un socialismo falaz[cita requerida].
De los personajes que se han mostrado abiertamente en contra del Socialismo del Siglo XXI podemos encontrar a José María Aznar, ex-presidente español del Partido Popular, que lo calificó de aburrido[cita requerida], de "coartar las libertades" y de "no respetar la ley.16 Algunas fuentes venezolanas han acusado a José María Aznar de financiar una campaña de difamación a su gobierno a través de la empresa Repsol.17
El Arzobispo de Mérida, Mons. Baltazar Porras, opinó que el socialismo del siglo XXI es indefinido ideológicamente, que busca "distraer la atención" y "parece más bien un supermercado". Para el Arzobispo, otras características de este socialismo son el populismo, el autoritarismo y el militarismo.18
Hay también quienes piensan que el socialismo del siglo XXI se ha convertido en un arma populista[cita requerida]; además el Socialismo del siglo XXI pretende instaurar lo que llaman la economía equivalente, en donde cada ciudadano obtiene sus ingresos a partir del intercambio de tiempo empleado para realizar un producto o servicio y en este marco los ciudadanos pierden la facultad de decidir cuanto vale su trabajo.19 El socialismo del siglo XXI es un estado interventor y en opinión de la liberal Escuela Austriaca, el intervencionismo impide la libertad, el desarrollo económico y social.[cita requerida]
También el escritor y militante liberal Mario Vargas Llosa ha mostrado su opinión contraria en diversas publicaciones hechas en periódicos latinoamericanos.

Economía de equivalencias

Dieterich en el Socialismo del Siglo XXI propone un modelo económico que no esté basado en el precio de mercado, fundamento de la economía de mercado y del capitalismo, a los que considera fuentes de las asimetrías sociales y de la sobre explotación de recursos naturales.
Propone lo que denomina una economía de valores fundado en el valor del trabajo que implica un producto o servicio y no en las leyes de la oferta y la demanda. Este valor del trabajo se mediría sencillamente por el tiempo de trabajo que precisa un determinado producto o servicio;4 además de los valores agregados a dicho trabajo, es decir, el tiempo de trabajo que se usó para producir las herramientas o servicios que se emplean en el trabajo mismo, lo cual a su vez lleva a un ciclo complejo de tiempos de trabajo sumados recíprocamente. Para solucionar el problema práctico que implica la teoría de la Economía de valores Dieterich sugiere usar la Rosa de Peters.
Para Dieterich, el modelo de mercado ha puesto su atención principalmente en los alcances de la ganancia y la propiedad, desvirtuando completamente el sentido de la economía. En este sentido, el modelo responde a lo que denomina "crematística", una perversión de la economía donde el acento está puesto en la ganancia. Según él, la economía política no debe operar como la forma en que unos pocos se hacen ricos, sino con un criterio de productividad.
En este sentido, el precio, como principio operativo y cibernético de la economía, determina dónde invertir, por cuanto trabajar, cuanto y qué comprar, cuánto y cuándo ahorrar y es, por lo tanto, la hebra ordenadora del sistema.
Para que el mercado funcione eficientemente, debería existir el suficiente poder adquisitivo para comprar, una formación libre del precio, un mercado que no sea monopólico y un Estado de derecho eficiente y no corrupto.
Ante la eficiencia ordenadora del sistema de libre mercado, la planificación de un modelo socialista resulta insuficiente y deformadora de la interconexión en un mundo globalizado. Así, los incesantes intentos históricos para remediar las injusticias de la economía de mercado han fracasado sistemáticamente. Las correcciones del sistema a través de la educación, la redistribución estatal, la expropiación y la democracia obrera, no han resuelto satisfactoriamente la eficiencia cibernética que el modelo de libre mercado impone en las redes globales.
El modelo del socialismo del siglo XXI debería estar basado en una ecuación donde el valor (precio) del producto, se vinculara la equivalencia sobre los tiempos de producción y a la democracia participativa. De esta manera, la redistribución y los cambios a nivel de educación deberían recoger los intereses reales de las personas que estructuran y definen los sistemas político-económicos. Para Dieterich, el socialismo del siglo XXI es la ampliación y profundización de la democracia participativa, donde las dimensiones de lo cotidiano, lo estético y lo racional-crítico deben estar incorporadas al cambio social.

 
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  En realidad, el Socialismo del Siglo XXI sudamericano, no es otra cosa que Revolución Social. Una revolución, en la que los cañones se mantienen silenciosos y fríos; donde no hay matanzas de civiles ni de militares; donde la sombra de la tortura no cae sobre nadie, y el terrorismo está permanentemente ausente. Una Revolución que se va desarrollando en las urnas electorales, y se va haciendo pacíficamente en cada hogar; en cada Escuela; en cada Hospital; en cada Cuartel...y en cada cabeza.
   Se trata de un nuevo socialismo, que se podría decir que es híbrido, pues reúne lo positivo del clásico Capitalismo, con lo más escencial del Socialismo; pone los rendimientos económicos del primero, al servicio del segundo. En realidad, no es otra cosa que lo que propuso Karl Marx en "El Capital". En pocas palabras, y al grosso modo, es lo que viene haciendo Chávez: Con el dinero generado por la venta del petróleo, organiza y asegura una buena calidad de vida para su pueblo. Es lo mismo que sucede con los otros gobiernos que transitan por la misma línea.
  Es un nuevo Socialismo, porque es autótono sudamericano. Adaptado a los nuevos tiempos, y a las nuevas costumbres de cada uno de los países integrantes del bloque Bolivariano. También lo es, porque se construye dentro del propio sistema de Derecho. Algo inédito que obliga a reflexionar: Revolución pacífica hecha con la mayoría del pueblo, sin injerencia foránea y con las FFAA en silencio.
  Video:  "Qué opinaría Marx de los "Comunistas"? Recomendado por mi amigo Walter Andres.

 



  Walter E. Carena
  Twitter: @wcarena 

viernes, 1 de marzo de 2013

Socialismo vs Capitalismo.


Mártires de Chicago



Banco  Mundial                Fondo Monetario Internacional

  Socialismo:
  Para no entrar en detalles extensos, y poder explicarlo a grandes rasgos y en forma concisa (A buen entendedor,pocas palabras bastan) y a buen explicador también. El Socialismo es la ciencia político-filosófica, que tiene como objetivo el bien-estar de la Sociedad ( Justicia social; defensa de los valores morales y equidad colectiva ). No tiene prioridad por las cosas materiales, y sí morales y espirituales; no es acumulativa de dinero, y defiende la teoría de que debe ganar más, quién trabaje más, o quién tenga mayor grado de responsabilidad laboral o social.
   Es claro, que el Socialismo merece un análisis y  una explicación mucho más profunda. Implica muchas otras cosas, que son muy importantes y no solo factibles, si no imprescindibles para la realización de su objetivo primordial.
  La preocupación del Socialismo, es que no ocurra esto:
  
             Imagen extraída de Google
  Capitalismo:
  Seré breve, como la anterior exposición.
   El Capitalismo, es la ciencia político-filosófica que tiene por objetivo, la protección y crecimiento del Capital ( Dinero; minerales ricos; consumo voraz - lo que multiplica las ganancias, a medida que se multiplica la producción -; el libre comercio de bienes y servicios - lo que genera competitividad, individualismo, corrupción, y excluye la empatía como emoción positiva -; visa la separación de clases sociales, fortaleciendo a la clase alta y debilitando a las demás.
  Todo en el mundillo capitalista, se resuelve con dinero y cobranza de favores, en donde el primero no está ausente.
   Para el ser humano socialista. el dinero es una herramienta de intercambio, para el capitalista es uno de sus Dioses.
   El sueño material de un socialista es:  formar una familia, poseer una casa con capacidad y confort para su clan, sembrar sus propias hortalizas y comprar un automóvil con capacidad para todos, y que pague pocos impuestos, y tener trabajo  suficiente para sustentar a los suyos.
   El sueño material de un capitalista es: ser dueño de un barrio noble entero, comprar un Yate para liberar sus bajos instintos en altamar, lejos de las autoridades; ser propietario de una mega-empresa y esclavizar a cuantos funcionarios pueda - saber que muchos dependen de su humor y su dinero, le provoca éxtasis orgásmicos -; ser parte del jet-set de magnates y artistas famosos, y poseer una colección de automóvlies clásicos.
    El capitalista, quiere que sus hijos sean destacados en su hambiente de glamour clasista, gasta fortunas en escuelas y Universidades privadas, pero no se preocupa de la moral de éstos, ni de sus costumbres y hábitos, que suelen ser aberrantes. Se disculpa ante ellos por su falta de atención, no pidiendo disculpas y explicando los motivos, si no obsequiándole un auto último modelo, o cualquier juguete de varios miles de dólares, es decir: le compra su conformidad.
La preocupación del Capitalismo, es que no deje de ocurrir esto:
  Es por estas cosas, que cada uno debe hacerse una autocrítica, antes de catalogarse como de una u otra ideología.
   Antes de criticar o defender a un compañero o político; antes de votar en una elección - ya sea Municipal, Provincial o Presidencial-, antes de jugarse la vida en defensa de un Sistema Político, o antes de candidatarse a un cargo público, uno debe estar seguro de cuál es el que le proporcianará una buena calidad de vida, a sí mismo, a su familia y a su sociedad.
   Como dije antes, en relación al Socialismo: Esto es apenas un escueto resumen de una definición mucho más completa del Capitalismo.
   Coclusión: Si quieres vivir tranquilo, amparado por  la moral y las buenas costumbres, si quieres sentirte orgulloso de tu prole, comulga con el Socialismo.
    Si quieres vivir asediado por la Justicia Civil y/o Penal, confiando en la frágil seguridad del dinero; si quieres arriesgar a avergonzarte de tu prole y depender de psico-fármacos, para guardar las apariencias; si quieres ver como los demás te adulan y te envidian; si quieres tener todo esto, aunque estés rodeado de oro y tu cuenta contenga muchos ceros, entonces afíliate al Capitalismo.

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  Walter E. Carena
  Twitter: @wcarena
  

miércoles, 27 de febrero de 2013

PRIVATIZACIONES de servicios públicos:
Una gran estafa social.
  
 
Imágenes   extraídas  de  Google.

   Son muy huecas, las excusas que la burocracia política de algunos gobiernos dan para justificar las privatizaciones de servicios escenciales, que ellos deberían administrar, sin fines lucrativos, porque tratándose de Servicios Escenciales, deben estar garantizados para la totalidad de los habitantes de una Nación, sin importar su clase económico-social.
  Solemos escuchar, a los tecnócratas gubernamentales, decir que el Estado no tiene condiciones de hacerse cargo de los servicios que privatiza...¿están admitiendo que son incapaces, que son técnica y profesionalmente inferiores a las empresas privadas? ¿Que fuimos unos reverendos idiotas al haber votado a un bando de inútiles?
   También nos dicen, que los servicios se privatizan para que los dineros de las arcas del Estado alcancen para atender otros servicios, que más tarde también se privatizarán. La estafa consiste en que: los tributos fiscales que nos obligan a pagar, para sostener esos servicios, no disminuyen cuando pasan a manos privadas. Y terminamos pagando dos veces por el mismo servicio: con los impuestos y en forma directa a las empresas particulares.
  Han inventado el sistema de las Licitaciones Públicas, que funciona como un remate, solo que no se le vende al mejor postor, sino al revés, al que ofrece menor precio. Ni hablar de exigir garantías de calidad de servicios o precios moderados para la población: No existe por parte del Estado, interés en mejorar la calidad de vida del ciudadano y protegerlo de la explotación financiera. Solo se ve el poco dinero que saldrá de los cofres públicos, al no tener que gastar en los servicios rematados, y la enorme cantidad que entrará gracias a los impuestos que se seguirán pagando por éstos; a los que se suman las coimas y tributos de las empresas ganadoras de las licitaciones.
  Se escandalizan ridículamente, cuando gobernates como Evo Morales, Rafael Correa, Hugo Chávez y Cristina Kirchner, estatizan empresas que fueran rematadas por gobiernos corruptos anteriores, para devolverlas a sus contribuyentes, de los cuales nunca debió dejar de ser. Disimulan la vergüenza de quedar en evidencia como mentirosos o inútiles (con la eficacia y precios bajos) cuando esos gobernantes demuestran que el Estado es mucho más eficiente que los privados: recaudan más dinero, y con él, fortalecen los servicios deficitarios. Y los pueblos demuestran su agradecimiento votándolos una y otra vez, y apoyándolos en los momentos más difíciles.
   He llegado a la conclusión, de que esa obsesión por ser contrarios a las reelecciones ilimitadas, se debe pura y exclusivamente al hecho de que ellos no quieren que un solo gobernante se enriquezca indefinidamente, no debe ser egoísta, debe dejar que otros tengan su oportunidad. En su mente absolutamente materialista, no cabe la idea de que existen personas que ponen los valores morales elementales por encima del metal acuñado. Y acaban odiando al egoísta, que da un muy mal ejemplo a otros gobernantes. Para colmo, la mayoría del pueblo lo ama, la prensa pasa a ser un arma obsoleta, y hasta las organizaciones internacionales terminan dándoles votos de confianza, sinceros, o convenientemente declarados.
  Empresarios extrangeros, quedan como las aves carroñeras, esperando a la distancia, cualquier señal que les permita avalanzarse sobre  la carroña podrida, que la corrupción de malos y ambiciosos políticos ha creado.
   Uruguay dio los primeros ejemplos de reacción popular, contra los obscuros negocios de los gobiernos corruptos de Julio Mª Sangunetti, Luis A. Lacalle y Jorge Batlle. El pueblo oriental, trabajó duramente juntando firmas para crear la Comisión Pro- Referéndun. Y a través de la democracia directa (plebiscito), evitó todas las privatizaciones - menos una, la Compañía del Gas -. Esto debería haber servido como ejemplo, para sus países vecinos de Latinoamérica. Pero parece que no fue así.
  Hoy, existen varias naciones con gobiernos de corte socialista, que estatizan empresas de vital importancia para la población, pero también están los que se autodenominan Progresistas, alejándose disimuladamente del socialismo auténtico. ¿Serán los próximos privatizadores? Por el bien de los habitantes de sus países, esperemos que no sea así. Uruguay está a punto de correr ese riesgo, el riesgo de incluirse entre los gobiernos que se preocupan mucho más con las virtudes de la Economía, que con la seguridad y bien-estar de la sociedad como un todo.

   Walter E. Carena
   Twitter: @wcarena

martes, 26 de febrero de 2013

¡Dejad las armas! Nunca el ideario revolucionario II.
Artículo del Suplemento semanal "Bitácora" de LR 21 de Uruguay.

 


   

  

 
El libro de Nils Castro

Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear

Por Niko Schvarz (*)
El libro del panameño Nils Castro ''Las izquierdas latinoamericanas en tiempos de crear''  es de una palpitante actualidad. Se propone nada menos que diseñar la trayectoria de las izquierdas latinoamericanas (en su contexto internacional) en el siglo pasado y, sobre todo, en la primera década del siglo XXI, con sus notables transformaciones.

Es la primera aproximación que conozco a este tema trascendente. El objetivo, ambicioso en el mejor sentido del término, se logra plenamente. Creo que este libro es un elemento de imprescindible consulta para el gran debate sobre el futuro de América Latina en la crítica situación del mundo de hoy.
La primera edición es de marzo de 2012, y consta de dos prólogos: del brasileño Marco Aurelio García, asesor de política exterior de los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff, y del argentino Jorge Taiana, canciller de 2005 a 2010. El autor presentó el libro el 10 de mayo del año pasado, apenas salido del horno, en una conferencia en la Casa de la Patria Grande en Buenos Aires, bajo el título: ''Retos y oportunidades de las izquierdas latinoamericanas''.
Nils Castro reseña los hechos fundamentales de esta rica y compleja trayectoria, y a la vez formula sus opiniones de una manera directa, sin ambigüedades, en un lenguaje amplio, sin resabios dogmáticos. Constituyen, antes que nada, una invitación a una reflexión colectiva sobre los grandes temas  hoy en debate entre todos los partidos de izquierda del continente.  El autor tiene la doble condición de analista y de participante directo, desde hace largos años, en las luchas de nuestros pueblos y en estos debates, desde diversos organismos. Además, se beneficia del hecho de que Panamá constituye una peculiar atalaya, o un puente, entre la América del Sur y la América central y caribeña. Desde allí se vislumbra a ambas.
En la primera parte se analiza el impacto en todo el continente de la revolución rusa (y su ulterior derrumbe), de la revolución china, y muy particularmente de la revolución cubana, el acontecimiento fundamental de nuestra historia común desde las guerras de independencia. Es una reconstrucción muy útil para las generaciones jóvenes. Pero sin duda el aporte sustancial de la obra se concentra en el análisis de la significación y las proyecciones de los acontecimientos de la primera década del siglo XXI, el ciclo inédito de victorias que llevaron a la izquierda a conquistar los gobiernos en una serie de países del continente, en lo que Rafael Correa (y estoy escribiendo estas líneas en las vísperas de su segura victoria el 17 de febrero) denominó el cambio de época de América Latina.
No estará de más reiterar los eslabones de este proceso, para tener una visión de conjunto. En el primero de los prólogos citados se sintetizan en los siguientes términos: ''Ese proceso se inició con Chávez, en Venezuela, fue seguido por Lula (dos gobiernos) en Brasil, se ahondó con la continuidad de la experiencia de centro-izquierda de la Concertación Democrática en Chile, con las victorias de Tabaré Vázquez en Uruguay, Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador, Martín Torrijos en Panamá, de los Kirchner en la Argentina, además de Daniel Ortega en Nicaragua, Álvaro Colom en Guatemala, el triunfo de Mauricio Funes en El Salvador y de José Pepe Mujica en Uruguay, que reeligió al Frente Amplio en el gobierno de ese país''.
Son todos procesos distintos entre sí y dotado cada uno de rasgos peculiares, que no obstante presentan rasgos comunes. Nacen del agotamiento de los modelos conservadores, de sesgo neoliberal, que condujeron a una verdadera tragedia social. En varios países la victoria fue alcanzada por grandes partidos y coaliciones partidarias, como en el caso del Frente Amplio uruguayo y del PT brasileño. En otros (Bolivia, Ecuador, Perú), fue muy importante el componente étnico. En varias naciones fue significativo el cambio institucional, que dio origen a la elaboración de una nueva Constitución por parte de las respectivas Asambleas Constituyentes. Esto da idea de la magnitud y la calidad de los cambios operados, y en consecuencia de las nuevas perspectivas abiertas. Todo ello sin dejar de tomar en cuenta la contraofensiva de las fuerzas de la derecha, de la que son ejemplo los golpes de Estado en Honduras y posteriormente en Paraguay, así como los intentos golpistas en Venezuela y en Ecuador, principalmente. Se ha recordado al respecto la frase famosa de Odilon Barrot en el siglo XIX, en nombre de los sectores privilegiados: ''La legalidad nos mata''.
Todo este tema está planteado ampliamente en el libro de Nils Castro, al extremo de que domina buena parte de la segunda mitad: el de la democracia y el socialismo (y podríamos agregar: de las vías de transición entre ambos). Varios aspectos quedan claros de su análisis. El primero y principal: que la democracia no es una dádiva de las clases dominantes, sino un espacio de conquistas permanentes por parte de los trabajadores y sectores populares; que no es apenas un instrumento, sino un método y un fin. Recuerdo que este tema se discutió especialmente, y arribó a las conclusiones mencionadas, en el IV Encuentro del Foro de Sâo Paulo efectuado en julio de 1993 en La Habana.
En segundo término, se señala la importancia de reconstruir el paradigma socialista como obligación primordial de los partidos de izquierda de América Latina, tras la profunda crisis que vivió el socialismo, no sólo en su vertiente comunista con el desplome de la Unión Soviética y los países del este europeo, sino también en su variante socialdemócrata a fines del siglo pasado y claramente expuesta hoy día.
Ello obliga, como decíamos, a explorar los caminos de transición, y aquí es donde se debe ejercer la labor creadora de nuestros partidos, reclama Nils Castro, para conquistar lo que en términos de Gramsci (reiteradamente citado) llamaríamos la hegemonía político-cultural. Y con la meta de hacer surgir nuevos valores para la renovación de una cultura socialista. Un ejemplo interesante es que partidos de América Central que tenían como objetivo alcanzar el socialismo por la acción armada, están ahora concentrados en la tarea de cimentar sólidamente la democracia, sin renunciar a sus objetivos. En el prólogo citado se sintetizan estos aspectos señalando que ''si es cierto que el socialismo no se reduce a la realización de la democracia, es igualmente cierto que el socialismo solo puede realizarse plenamente en democracia''.
Reitero que estos planteos, formulados con gran vivacidad y frescura, vienen directamente al encuentro del debate en que, en mayor o menos grado, están empeñados todos los partidos y coaliciones de izquierda en nuestra América.
Dado que el libro de Nils Castro es una invitación abierta a la reflexión y al debate, me voy a permitir algunos señalamientos.
Me parece que no está suficientemente subrayado el aspecto de la integración latinoamericana, y particularmente lo referido a la creación de la CELAC. Es la primera vez que se constituye un organismo que reúne a todos los países de la América Latina y caribeña, con exclusión de Estados Unidos y Canadá. De alguna manera, ello viene a complementar el logro  histórico que significó el rechazo del ALCA en Mar del Plata, por acción conjunta de varios gobiernos de izquierda. La CELAC, que en sus primeros pasos ya ha demostrado su eficacia potencial, viene a ser el reverso de la fracasada ALCA y un paso significativo en la independencia y soberanía de nuestros países.


Otro tema. 


El contenido de las transformaciones progresistas alcanzadas por los gobiernos de izquierda en esta década no está, en mi opinión, ubicado en sus justos términos. El autor revela una preocupación permanente de abstenerse de juicios sonrosados, señala las dificultades y limitaciones de los cambios realizados, así como su carácter reversible. Se niega a diseñar un panorama idílico, ofrece una perspectiva realista. Pero no se puede dejar de apreciar, creo, que el conjunto de las medidas adoptadas por los gobiernos de Lula y Dilma, por ejemplo, están cambiando la estructura misma de la sociedad brasileña, sacando a decenas de millones de seres de la pobreza y la indigencia, mejorando sustancialmente las condiciones de vida de las grandes mayorías. Y ese es un paso ineludible para plantearse, llegado el momento, el pasaje a una etapa superior. Sin esas realizaciones, ello sería imposible.

Admito de antemano que en esta otra limitación que voy a señalar me pongo la camiseta, pero pienso que la experiencia unitaria del Frente Amplio uruguayo merece mayor destaque. Es ejemplar en varios sentidos, y esa idea la palpamos a diario en distintos países de América Latina (y también en Europa, como lo prueba el caso de Mélenchon, citado en el libro, justo es reconocerlo). El Frente Amplio uruguayo logró la proeza de reunir a absolutamente todas las corrientes de izquierda, de atraer a su seno a sectores que se desprendieron de los dos partidos tradicionales (los más viejos del mundo), selló la unión de los cristianos y los marxistas, y no ha llegado a su techo de crecimiento, todo ello sobre la base de esa política de puertas abiertas de unidad sin exclusiones como principio esencial.
Por último, un aspecto parcial. En el análisis sobre Haya de la Torre y el APRA, hubiera correspondido, me parece, citar la acertada definición del cubano Julio Antonio Mella (que lo tildó de Asociación para revolucionarios arrepentidos) y el temprano folleto de Rodney Arismendi ''La filosofía del marxismo y el Sr. Haya de la Torre''. Lo digo porque tengo el convencimiento de que muchas obras valiosas del dirigente comunista uruguayo no son debidamente conocidas en el ámbito internacional.
He querido responder a un planteo franco y directo con igual franqueza. Y concluyo que el libro de Nils Castro tiene un valor inestimable, se adentra con audacia  y lucidez en un territorio poco frecuentado y que es obligación ineludible y actual de nuestros partidos explorar a fondo.

(*) Periodista. Uruguay 

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  El señor Schvarz, señala muy bien las omisiones que el autor del libro hace con referencia a las transformaciones progresistas en los países donde la izquierda ha llegado al poder. No obstante, y tal vez por falta de espacio, le da énfasis a las transformaciones de corte económico (sacando a decenas de millones de seres de la pobreza y la indigencia), que por cierto, es muy importante, aunque por tratarse de políticas socialistas, los cambios sociales deben estar encabezados por los realizados en la Educación y la Salud públicas.
  En los países donde el Socialismo del siglo XXI, está siendo implementado, ya se ha erradicado el analfabetismo; la mortalidad infantil ha descendido verticalmente; la expectativa de vida de los habitantes ha subido a más cinco años (promedio); las deficiencias y enfermedades de vista, nunca tuvieron tanta atención en toda sus historias, y los salarios jamás habían sido tan justos. Las populaciones de estas naciones, están mucho más esclarecidas cívica y políticamente, que diez años atrás. Los medios de comunicación ya no hacen lo que sus "patrones" desean que hagan, y cuando tratan de hacerlo, acaban siendo ridiculizados por el público. Ya no informan lo que ellos quieren que la gente sepa, sino lo que la gente quiere saber; los medios que insisten en su mercenarismo, terminan enfrentando juicios y críticas por parte de los gobiernos y la sociedad, fisurando su credibilidad y arriesgando su sobrevivencia.

 

 Walter E. Carena
 Twitter: @wcarena